Mezcal en proceso: fuego, tierra y alma

Entrar a un palenque en Oaxaca no es solo ver cómo se hace el mezcal — es presenciar un ritual vivo. Sientes el calor que emana del horno bajo tierra donde las piñas de agave se cuecen durante días, cubiertas por piedras volcánicas. El aire huele a humo, herencia e intención.

Los palenqueros descubren los corazones como si fueran reliquias sagradas — sus manos cuentan historias transmitidas por generaciones. Luego, el agave cocido se muele, fermenta con levaduras silvestres y se destila en alambiques de cobre o barro. Sin atajos. Sin máquinas. Solo tierra, fuego y alma humana.

Cada gota de mezcal refleja esta danza ancestral — ahumada, terrosa, viva. Como embajadores de marca, nuestra misión es darle vida a ese espíritu. El mezcal no solo se prueba. Se siente. Se recuerda. Se honra.